Observando

No oigo nada de lo que dicen, las palabras escapan a mi oído.
Estoy sentada viendo como todos pasan, viendo como se hablan. Ya solo me queda una media hora más de espera.

El niño del matrimonio de atrás me irrita, gira y gira alrededor de los bancos y de las personas, en un movimiento constante y veo como grita, suerte tengo de no oírle.

Los de la izquierda me recuerdan a un sueño, al de mucha gente, el que seguramente a todos nos llega, o eso quiero pensar. Es una pareja enamorada, no hace falta escucharles para adivinarlo, el uno al lado del otro, arrinconados en el banco se cogen de la mano, con miradas sinceras se dicen todo lo necesario, y de vez en cuando dicen algo. Me he fijado que en los minutos que llevo aquí muchas personas les han observado. Algunas les miran y pasan de largo, otras sonríen al ver su felicidad y bastantes acaban bajando la cabeza, con un aire entristecido.

Allá a lo lejos veo a una chica que me hace pensar en mí, no por el aspecto ni por nada en especial, simplemente esta sola, sentada, esperando y echando un vistazo a su alrededor. En algún que otro momento se nos han cruzado las miradas, y por su expresión parece estar contenta. No es que se le vea a simple vista, te has de fijar; a penas sonríe, pero ese poco y su mirada, lo dice todo.

Sigo observando hasta que veo llegar un tren, paro la música y oigo que es el mío, me levanto y me subo a él.