viernes, 15 de agosto de 2008

XXIII Festival Isaac Albéniz

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Sin partitura alguna, solo frente al piano, Luis Fernando Pérez se prepara para interpretar la Suite Iberia, pieza que se caracteriza por su largura y dificultad. Empieza. Sus manos sobre las teclas y el público a sus espaldas y a su derecha.

La luz encima de él, lo demás oscuridad.

Empieza el “baile” de manos. Levitan como si estuvieran en las nubes, moviéndose de un lado a otro con lentitud y elegancia, que se rompe de golpe con un ritmo rápido que crea la sensación de que el mundo está acelerado. Con fuerza y pasión, continua.

Luis Fernando Pérez

Estos días se esta celebrando el XXIII FESTIVAL ISAAC ALBÉNIZ en el monasterio de Sant Pere de Camprodon. Ayer jueves 14 de agosto, se entregó la sexta “Medalla Albéniz” al pianista Luis Fernando Pérez, quien interpretó la Suite Iberia integral para piano.
Realmente no estoy segura de si tengo derecho a opinar acerca de la actuación de ayer, ya que no tengo ni idea de música clásica. No obstante siento que debo hacerlo, no a fondo pero por lo menos expresar lo mucho que disfruté con el concierto.

He de reconocer que de vez en cuando el cansancio me pudo, y mi mente se despistó algunos segundos, pero a pesar de ello mi atención estuvo la mayoría del concierto puesta en la música y en el escenario.

Era una maravilla observar ese baile de manos que he mencionado antes, y escuchar no solo la integral sino también “Mallorca”, la cual no estaba en el programa y fue decisión del pianista tocarla al finalizar la Suite Iberia.
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Que L.F.Pérez decidiera tocar esa canción sorprendió a mi padre, que estaba sentado a mi lado, ya que ese mismo día mi abuelo, quien no pudo asistir por razones de salud, le pidió que si el pianista hacia un bis le pidiera que tocara Mallorca, canción que sonó en el lecho de muerte de Albéniz. Y así fue, sin que nadie se lo pidiera sonó, una bonita coincidencia.


Al acabar el concierto se entregó la medalla, y después L.F.P se encontró rodeado de caras que le felicitaban por el estupendo concierto que había hecho, entre ellas la mía y la de mi primo, que estuvimos hablando un rato con el.

Cuando se acabó el concierto el pianista expresó su admiración a Albéniz y agradeció la presencia de mi familia, especialmente del gran ausente, mi abuelo, nieto del gran compositor. Con él mantuvo una conversación telefónica hacía dos días y nos explicó a E. y a mí la ilusión que le había hecho.

Y al escribir esto viene a mi memoria un instante que me sacó una sonrisa. Fue en la primera parte, cuando hubo un segundo de silencio entre dos interpretaciones, un hombre que se encontraba cerca susurró a su mujer “Precioso”.



fotos: rie

lunes, 11 de agosto de 2008

nadie


Entre muchas otras cosas viajar me sirve para darme cuenta de que no solo existe mi mundo. Hay millones de personas, y por cada una de ellas un mundo diferente.

Me doy cuenta de que soy una pequeñísima parte de todo, pero muchas veces me siento el centro, y lo soy, de mi vida, pero sabiendo que a la vez no soy nadie. Esto, todo, es demasiado grande para poder ser alguien.

Y es que en realidad, me gusta más ser ese nadie que soy en los viajes, porque de esa manera no he de controlar ningún mundo, solo he de vivir.

viernes, 8 de agosto de 2008

Irlanda

Hace ocho días volví de un viaje que ha hecho algo raro en mí, en mi interior, me ha hecho darme cuenta de cosas y me ha hecho saber llevar situaciones, como por ejemplo las despedidas.

Llegué el domingo 29 a las 12 de la noche, y entre todo llegué a casa de mi prima, el sitio donde iba a pasar mi primera noche, hacia la 1:30, casi las 2. Destino Dún Laoghaire (barrio de las afueras de Dublín, que se convertiría en mi sitio el próximo mes) en el coche junto a mi prima me encontré con que las primeras personas que conocía en el extranjero, eran españoles y el día siguiente volvió a ser así…
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Primera foto del viaje, justo al salir de casa de mi prima la primera mañana.

… Mientras arrastraba mi maleta arriba y abajo, acompañada por mi prima, destino a la escuela, iba temiendo el primer día, no conocía a nadie. Poco antes de llegar a nuestro destino una chica joven nos preguntó por una dirección, al comentar con mi prima si sabía donde estaba, a la chica, Marta, se le dibujó una gran sonrisa al ver que también éramos españolas, y sonreímos de nuevo al ver que nuestro destino era el mismo.

Fuimos juntas el mini tramo que quedaba para llegar, y cuando entramos Marta se fue con su grupo y yo me senté, y esperé que nos llamaran a todos para hacer el examen. Entonces al entrar le pedí a Marta si me podía acoplar con ella, realmente no quería ir con españoles pero en ese momento me sentía totalmente perdida y además esa chica me había dado muy buena impresión. En el examen nos sentamos una delante de la otra, ya que en la mesa de su grupo ya no había sitio.

Sobre el examen, bueno, ya se sabe, nos da una sensación y después es más bien lo contrario, creí que me había ido bien pero no fue exactamente así.

Al salir de la gran sala, vi a dos chicas solas, que no parecían conocerse ya que estaban un poco separadas la una de la otra, e hice de tripas corazón y me acerqué sin poder impedir mostrar mi nerviosismo. Me senté junto a ellas y con el inglés que pude les pregunté de donde eran y empezamos ha hablar. Eran Jessica y Anika, de Alemania y de Italia (creo), la verdad es que de ella no recuerdo gran cosa, Jessica era tímida y solo estuvo una corta semana, pero me cayó bien, cuando dejaba de lado la timidez demostraba con creces su simpatía.
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Jessica

Ingrid

Marta

Anika

Al volver a entrar les presenté a Marta, quien me presentó no se si en ese momento o más tarde a una francesa muy agradable y alegre llamada Ingrid. La primera semana estuvimos muy juntas, les cogí mucha confianza muy rápidamente, pero Jessica se paso la semana con dolor de cabeza y teniendo que acabar deberes, por lo tanto la relación con ella no pudo llegar a ser demasiado fuerte, y ella se fue ese mismo fin de semana.

Las 3 semanas restantes fueron básicamente Marta, Ingrid, Anika y yo, una francesa, una alemana y una española se convirtieron en mi compañía diaria, sin contar las clases, estábamos todo el rato juntas, en el comedor, en las actividades, después de cenar… siempre.
Tres días a la semana la escuela organizaba alguna cosa después de la cena (entre 6 y 7), mayoritariamente discotecas en las que cada vez sonaba la misma música. Las dos “noches” restantes (de 7:30 a 10:30) y los fines de semana, Anika, Ingrid y yo nos acoplamos al grupo de Marta, los valencianos, y a pesar de que Marta y yo teníamos la compañía constante de su grupo de españoles, no dejamos de estar las cuatro juntas hablando inglés. Por supuesto no me quedé encerrada en nosotras cuatro, hice amistad con el resto del grupo. Hay que decir que no éramos las únicas acopladas, también estaba Hendrik, un alemán que aunque al principio no entable muchas conversaciones con el, me encantó! Sobretodo su manera de moverse en las discotecas! Se movía de una manera muy graciosa haciéndonos reír a todos los “espectadores”, y haciéndonos bailar.

El grupo de valencianos, Hendrik y yo.

Del grupo de valencianos hice muchas amistades, buena relación la tengo con todos (Marta, Laura, Maria, Silvia, Ana, Emma, Melissa, Toni, Borja, Sandra, Josep, Samuel, Alejandro, Dario) lo que como es normal me relacione más con unos que con otros. Josep se convirtió en mi modelo 50/50, Toni y yo creamos nuestro saludo, con Silvia compartí una relación amor-odio, que consistía en discutir diariamente, y reírnos al ver que somos los polos opuestos, Laura mi problemática italiana, Borja metiéndose conmigo (aixxx), y con quienes también he entablado una amistad pero que nuestra relación ha sido más pausada, Maria quien con una voz muy dramática, en medio de la calle se acercó a mi y me dijo “Tu tienes la fotografía, pero yo no tengo hobbies”, Samuel con quien nuestra relación aún no ha llegado mucho más lejos que su interés por mis fotos, Ana, Emma, Melissa, Dario (el grups Lider, quien me ayudo muchísimo), Alejando…

A pesar de este grupo, también conocí más gente, la mayoría españoles y es que por mala suerte parece que estamos invadiendo Irlanda. De españoles conocí a muchas personas Jose, Dani, Tayba, Pablo, Irene,… pero especialmente hice mucha amistad con Andrés, Álvaro,… y sobretodo Arantxa! (Foca Foca bum bum!).

Arantxa

Después, gracias a tener una “madre irlandesa” muy avariciosa y la que sospecho que el dinero era lo único que le importaba, compartí casa con 2 estupendas italianas las dos primeras semanas, Lara y Silvia. 2 pequeñas y locas francesas la 2a y 3a semana, Lea y Manon, y un simpatiquísimo italiano, Simone. Gracias a las amistades de la casa, conocí a los amigos de estos, y la lista de nombre sería demasiado larga para ponerla aquí, a parte de que creo que me he pasado poniendo tanto nombre...

Las semanas pasaron y pasaron haciendo que las amistades, sobretodo la que teníamos Ingrid, Anika, Marta y yo, se fueran haciendo más y más grandes, aumentando los buenos momentos pasados y conociéndonos cada vez más. Nos hicimos inseparables.

Dublín acabo por aburrirnos, pues ya son incontables las veces que fuimos, creo que la mejor fue una vez que fuimos solo las 4, tranquilamente fuimos a tiendas, visitamos el Trinnity Collage (que nos gustó mucho), y paseamos por calles desconocidas. Sitio en el que disfrute mucho con ellas fue Bray, la preciosa playa de Bray, pudiendo visitar los cisnes que se encontraban en el puerto, haciendo fotos en las rocas frente al mar y la gran montaña que se encontraba en frente, disfrutando de la tranquilidad. Hay que decir que una de las mejores noches la pase allá, junto a Hendrik, Marta e Ingrid.

La segunda semana tuve que despedir a mis italianas, la tercera semana tuvimos que despedir a Ingrid y yo a mis francesas, el miércoles de la cuarta a Anika, al final de la semana tuve que despedir a todos los españoles, a los italianos y a todo aquel que quedaba en la escuela. Para mucha gente se hace difícil despedirse, pero por alguna razón este año, a diferencia de otros, no se me hizo tanto, a los valencianos ya sabia que los volvería a ver (el 21 me voy una semana a casa de Marta), a Anika y a Hendrik se que también, a Ingrid, Arantxa y los demás españoles espero que sí, y a los italianos hay bastantes posibilidades, siempre y cuando siga hablando durante muchos años con ellos, que es lo difícil.

Soy y fui conciente desde el primer día que llegué a Irlanda, que a la mayoría no les volveré a ver. Pero quien sabe, nunca digas nunca.


Para mi el viaje no acabo allí, la quinta semana la pase haciendo carretera junto a 3a, pero esta segunda parte ya la explicaré más adelante.

fotos: rie